sábado, 6 de noviembre de 2010

Encuentros

Dobla la esquina y entra en el metro. De forma mecánica, como si sus piernas supiesen el camino, entra en el primer vagón. No hay mucha gente. Toma asiento y saca un libro pero al levantar la cabeza le ve. Sus miradas se cruzan y el tiempo se detiene. Han pasado más de diez años desde su último encuentro y no había vuelto a tener noticias suyas. Los recuerdos se agolpan en su cabeza: promesas, reproches…

El sonríe y se acerca. Alegre, sereno, como si no hubiese pasado el tiempo. Toma la iniciativa. Le habla de sus viajes, enlaza una historia con otra, salpicando la conversación de memorias y recuerdos. Pero ella apenas escucha y casi no interviene, su mente viaja al pasado y se pregunta:

- ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué dejé que te marchases? Las cosas han sido más complicadas desde entonces… o no! En realidad nada ha cambiado demasiado pero tu compañía hacía que todo pareciese más sencillo. Tu forma de ser, ese optimismo innato, hacía que mis “grandes problemas” pareciesen insignificantes.

Le gustaría decirle tantas cosas. Sin embargo, él parece feliz. No hay duda de que ha pasado página. En ese instante el tren entra en la estación:

- Es mi parada

El se despide entre dientes, saliendo ya del vagón:

- Me ha gustado volver a verte

Las puertas comienzan a cerrarse y ella se queda con la mirada perdida mientras el tren continúa su trayecto, con las palabras queriendo escapar de su la boca:

- Vamos a tomar un café y hablamos, no se pueden resumir diez años en dos minutos. Cuéntamelo todo. Empecemos de nuevo.

Pero el tiempo no da tregua. Parece que ya no hay lugar para los recuerdos. Abre el libro con resignación, a veces es mejor vivir de los cuentos.

2 comentarios:

  1. Me voy a Barcelona este finde!!a la vuelta os cuento...

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  2. es triste, inmensamente triste, tanto que me he hundido en la silla poco a poco..un drama digno de interpretar, enhorabuena!

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