domingo, 20 de febrero de 2011

Algo para pensar...


Hoy me han contado una historia que ya había oido con anterioridad, pero que ha conseguido de manera especial hacerme pensar...

El relato era acerca de una señora que un día tuvo que viajar a Madrid desde Sevilla, donde ella residía; pero resultó que ese día llegó tarde a la estación y perdió el tren.

Preguntó entonces cuando pasaba el siguiente, y así tras haberse comprado una bolsa de patatas y un refresco se sentó a esperar pacientemente a que viniera el próximo tren que podría llevarla a su destino.

Estando en la sala de espera se dispuso a leer para pasar el rato de un modo más ameno. Cuando al otro lado de la mesita que separaba su sitio del de al lado se sentó un chico joven.

Mientras ella leía iba comiendo las patatas hasta que vió con asombro como aquel chico la miraba sonriente y cogía de su bolsa también.

Ella no daba crédito y cada vez lo miraba más y más extasiada y más y más furiosa y pensaba para sus adentros: "¿Cómo será capaz de tener tanta cara dura de estarse comiendo mis patatas?"....Y así hasta que se fue terminando la bolsa y ya sólo quedaba la última patata.

La mujer pensó para sus adentros "¡Ya sería el colmo que también se la comiera!" . Ya no cabía en sí de la indignación cuando vio al joven coger esa última patata sin dejar de sonreirla y partirla en dos, dándole a ella la mitad.

Ya llegó la hora de subirse al tren, y al ir a entregarle el billete al revisor, aquella señora metió la mano en su bolsillo y...¿Cuál fue su sorpresa?...Ahí estaba su bolsa de patatas, exactamente en el lugar donde ella la había guardado.

Aquel joven muchacho le había dado una lección: ella había sido la que le había estado quitando aquellas patatas que él había comprado, y mientras ella cada vez estaba más y más enfadada pensando que era al contrario, el chico no había dejado de sonreirla y de compartirlas con ella hasta el final.


Quizá os parezca algo muy anecdótico, pero en realidad se asemeja en cierta forma a un gran número de situaciones con las que nos encontramos día a día y a las que es fácilmente aplicable esta filosofía de vida.

Espero que os haya gustado y os haya ayudado al menos un poquito.

domingo, 6 de febrero de 2011

Disfruta y los demás lo harán contigo

El otro día me crucé con un discapacitado que iba por la calle en su silla de ruedas eléctrica. Cuantas personas así me he cruzado. Esta vez era diferente. Hacía un día precioso y ese hombre lo estaba disfrutando y lo hacía de tal forma que sonreía embelesado. Miraba al cielo, a la gente y se sonreía, no se que pasaría por su cabeza, pero parecía absorberlo todo con su mirada, realmente me alegré, esa sonrisa hizo que mi ánimo a pesar de estar ya levantado se levantase aún más.

Iba a pasar a su lado e iba a hacer lo que tendemos a hacer todos cuando nos cruzamos con un discapacitado, hacer como que no le hemos mirado, como que no le hemos visto, sabiendo ellos que les vemos perfectamente, pero pensé que me había alegrado tanto que se lo tenía que agradecer de alguna forma… así que le imité: sonreí y… me sonrió!. Realmente no sé que pensaría, pero lo que sé es que le agradezco ese momento porque me recordó que hay que disfrutar de todo lo que tenemos a nuestro alcance, grande o pequeño, valioso o no, una persona, un atardecer, una flor, una estrella y sonreír pues la alegría es contagiosa.

Espero que esta entrada no haya ofendido a nadie, solo quería expresar lo que hacen estas personas por los demás tanto discapacitados como no discapacitados, las personas que saben disfrutar con cada sorbo de vida con cada sol o cada gota de lluvia. Sonríe y sonreirán. Fuerza una sonrisa por fuera, lograrás sonreír por dentro.

martes, 1 de febrero de 2011

Creer

Pienso que es una de las cosas más importantes de la vida, y no hablo de creer en el sentido religioso de la palabra, sino que hablo de la capacidad que tenemos de creer en la gente.

Esta capacidad da alas a quien parecía no tenerlas y le permite avanzar hacia sus mayores miedos porque se siente apoyado por alguien. Por eso… que importante es saberse apoyado, saber apoyar y saber dejarse apoyar.

No tiene porque ser una ayuda material, es un “saber que estas ahí”, eso da fuerzas para seguir adelante, porque cuando te hundes sabe acudir y levantarte porque cuando te levantas te acompaña y porque cuando las cosas se ponen feas sigue ahí.

Es un creer que hace que la otra persona crea en sí mismo y tenga la confianza suficiente de lanzarse a por sus metas en la vida. Que importante es en la enfermería, por ejemplo apoyar al paciente y no sólo con palabras, sino interesándote por él, haciendo que sepa que todo va a ir bien y que sino va bien estamos ahí para ayudarle, que le entendemos y que… estamos ahí, que no está solo. Eso saca a cualquiera de un agujero porque... ¿qué hay peor que sentirse solo? Claramente no vamos a apoyar locuras cuando las haya les sacaremos de ellas pero ese creer en el de enfrente le ayuda a avanzar.

En fin, esta entrada lo que viene a decir es que en gran parte las personas salen adelante por todo el apoyo que tienen detrás y por ello quería dar las gracias a las personas que han estado a mi lado… y animaros a todos a estar al lado de los demás, que es donde mejor se está.